El viento agita los juncos, entre ellos una madre y una esposa que han perdido a su hombre en una guerra que no nos importa salvo por el ser querido, sobreviven gracias a un foso donde arrojan a los soldados que asesinan tras desgarrarles sus vestimentas y armas que después venden. Un hombre vuelve pero no el esperado. Una madre que ya lo ha perdido todo excepto la compañia y una joven a la que se le presenta una segunda oportunidad. Tras la presentación de los personajes Shindo (64) reduce los diálogos al mínimo, así los silencios y miradas son los que narran un relato basado en una obra teatral de opresión, soledad y deseos -filmax la edita aquí por 1º vez-. Visualmente es fascinante: la altura de los juncos, el viento constante que los azota pareciendo estar vivos, la sombría situación en la que malviven, una atmósfera que te asfixia con la música de Hikaru Hayashi y el erotismo natural que desprende (censura). Primero la anciana la controla atemorizándola para que lo olvide, después al ver como la joven es seducida saliendo noche tras noche a cruzar los juncos para encontrarse con el placer, sus instintos más primarios se desatan. La fantasía va introduciéndose en el film con la aparición del samurai enmascarado, por el que la anciana que se ve abandonada es sorprendida e incluso diría que atraída en un principio por las palabras de belleza del samurai maldito. Éste acabará como otros guerreros, la máscara tendrá otra cara y el foso...
El tren fue a dar en un terreno impracticable. Lijadas por la arena, las ruedas se gastaron hasta los ejes. Los viajeros pasaron tanto tiempo, que de las obligadas conversaciones triviales surgieron amistades estrechas. Algunas de esas amistades se transformaron pronto en idilios, y el resultado ha sido F., una aldea progresista llena de niños traviesos que juegan con los vestigios enmohecidos del tren.
Jul 14, 2005
onibaba
El viento agita los juncos, entre ellos una madre y una esposa que han perdido a su hombre en una guerra que no nos importa salvo por el ser querido, sobreviven gracias a un foso donde arrojan a los soldados que asesinan tras desgarrarles sus vestimentas y armas que después venden. Un hombre vuelve pero no el esperado. Una madre que ya lo ha perdido todo excepto la compañia y una joven a la que se le presenta una segunda oportunidad. Tras la presentación de los personajes Shindo (64) reduce los diálogos al mínimo, así los silencios y miradas son los que narran un relato basado en una obra teatral de opresión, soledad y deseos -filmax la edita aquí por 1º vez-. Visualmente es fascinante: la altura de los juncos, el viento constante que los azota pareciendo estar vivos, la sombría situación en la que malviven, una atmósfera que te asfixia con la música de Hikaru Hayashi y el erotismo natural que desprende (censura). Primero la anciana la controla atemorizándola para que lo olvide, después al ver como la joven es seducida saliendo noche tras noche a cruzar los juncos para encontrarse con el placer, sus instintos más primarios se desatan. La fantasía va introduciéndose en el film con la aparición del samurai enmascarado, por el que la anciana que se ve abandonada es sorprendida e incluso diría que atraída en un principio por las palabras de belleza del samurai maldito. Éste acabará como otros guerreros, la máscara tendrá otra cara y el foso...
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